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Fuente: revistabepe.conabip.gob.ar. Por Valeria Chorny y Luciana Rabinovich | Fotografía: Rodrigo Cabezas.
A fines de 2017, cuatro referentes de bibliotecas populares de Argentina viajaron desde Tandil, Delta de San Fernando (Buenos Aires), Vaqueros (Salta) y Colonia Caroya (Córdoba) y dos representantes de la CONABIP para visitar tres comunidades colombianas particularmente afectadas por un cruento conflicto armado que, después de 50 años, llegaba a su fin.
Los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) eran motivo de celebración en el mundo entero desde fines de 2016.
La misión tuvo como objetivo colaborar en el fortalecimiento de tres bibliotecas comunitarias. La comitiva realizó donaciones de libros de CONABIP a cada biblioteca y trabajó en talleres de gestión social, promoción de lectura, derechos y bibliotecología con los niños, niñas, adolescentes y adultos de esas comunidades, ávidos por aprender y construir un espacio de pertenencia, conocimiento y diversión. La experiencia tuvo luego varias etapas más en las que se profundizó en esa línea de trabajo (ver recuadro "Nuevas Misiones").
Años de armas
El origen del conflicto se remonta a la década de 1960, cuando, en medio de una lucha por la distribución de la tierra y la desigualdad social, surgieron los grupos armados FARC y ELN (Ejército de Liberación Nacional). A comienzos de 1980 el conflicto recrudeció, con la aparición de grupos paramilitares que, además de enfrentarse a la guerrilla, asesinaron a campesinos y dirigentes sociales. En esos años también se incrementó la producción de cultivos ilícitos y con ella, el entramado de redes de narcotráfico.
En el nuevo milenio el gobierno colombiano implementó el Plan Colombia para la erradicación de esos cultivos. A partir de allí la escalada de violencia fue aún mayor y comenzó una etapa de desplazamientos y secuestros. En este largo proceso, el rol del Estado empezó a debilitarse y los grupos armados fueron tomando el control de la vida civil en el país. El conflicto dejó un saldo de más de 260.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos, casi siete millones de desplazados, violaciones, secuestros y un tejido social completamente roto.
Con la firma de los acuerdos de paz se creó la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN), que impulsa el retorno a la legalidad de la población desmovilizada* con un programa integral de educación, formación para el trabajo y apoyo psicosocial. Según cifras oficiales, actualmente hay 59.000 desmovilizados, de los cuales 76% es analfabeto y 56% son menores de edad.
Como los niños y niñas son las principales víctimas de este conflicto, la ARN creó el “Mambrú no va a la guerra, este es otro cuento”, para fortalecer a la familia, la escuela y el hogar como entornos protectores y prevenir las desapariciones forzadas y el reclutamiento para la guerrilla. Si bien el conflicto parece haber terminado, en los últimos tres años, 9.548 niños, niñas y adolescentes fueron declarados desaparecidos. Como parte de este proyecto, se inició un proceso de fortalecimiento de tres bibliotecas comunitarias de Popayán, El Paraíso (Algeciras) y Villa Victoria (Puerto Asís). La CONABIP y las bibliotecas populares argentinas fueron convocadas para trabajar en esta iniciativa a partir de sus experiencias con la lectura, el arte y la inclusión social.
Tejiendo sueños en Popayán
Al oeste del territorio colombiano, en el departamento del Cauca, se erige la ciudad de Popayán. Famosa por su arquitectura colonial y por sus festividades religiosas, fue fundada en 1537 y es una de las más antiguas y mejor conservadas del continente americano. Esa historia se respira en sus rincones, se percibe en los blancos edificios y en las construcciones más antiguas, como la iglesia de La Ermita o la torre del reloj, que datan del siglo XVII.
Sus habitantes saben lo que es reinventarse. En un guiño llamativo para un pueblo con un gran fervor religioso, un jueves santo -el 31 de marzo de 1983 por la mañana- la ciudad sintió sacudir fuertemente sus cimientos. Un terremoto arrasó con gran cantidad de construcciones, trescientas vidas resultaron truncas y más de diez mil pobladores se quedaron sin techo. Popayán se fue reconstruyendo pero, como en toda la tierra colombiana, el dolor de las heridas abiertas es una constante. Hoy, el desafío es la recepción de miles de desplazados por el conflicto armado y la satisfacción de las necesidades básicas de todos los pobladores. Así, por ejemplo, en la comuna 9, los vecinos relatan la falta de oportunidades para los más jóvenes y ven en la drogadicción un riesgo cada vez mayor para ellos.
Sara es docente en la escuela María Occidente de esa comunidad y promueve entre sus alumnos el amor por los libros. Con una historia trágica en sus espaldas, la “profe Sara” sabe que conocer otras historias, formarse y desarrollar la imaginación puede resignificar la vida de muchas personas que creen no tener futuro. Por eso trabajó con mucho empeño en armar una biblioteca en la escuela y, en 2016 viajó a Argentina para conocer la tarea de las bibliotecas populares y enriquecer el proyecto.
De esta experiencia volvió con energías renovadas y muchas ideas. Así, durante 2017 continuó con el trabajo en la escuela pero, además, fundó junto con su hijo una biblioteca en otra vereda* cercana, a partir de la donación de quinientos libros. Gracias a la generosidad de estudiantes y vecinos de la zona, tienen en preparación otras dos. En el corto plazo planean montar diez bibliotecas comunitarias en el Cauca, el departamento al que pertenece Popayán para acercar libros, talleres de arte, capacitaciones y actividades culturales a toda la comunidad.
La Constitución Política de Colombia
En la búsqueda de un espacio se llegó al Barrio San José, que ya contaba con un salón ubicado estratégicamente en el límite de varias comunas. Yamile Ovando, la presidenta del Barrio y algunos miembros de la Junta de Acción Comunal recibieron con los brazos abiertos la posibilidad de instalar la biblioteca al lado del salón comunal en el que venían realizando capacitaciones, talleres de danza para niños y niñas y actividades para adultos mayores. Consultaron entre los vecinos si les interesaba contar con una biblioteca comunitaria y la sorpresa fue grande, las respuestas afirmativas se plasmaron en la donación de cientos de libros. Entonces, redoblaron la apuesta y ampliaron la búsqueda fuera de los límites del barrio, a través de la radio local. Obtuvieron mil doscientos nuevos libros para la biblioteca y la certeza de que los habitantes de la comuna y de las zonas aledañas tenían interés y una gran necesidad de contar con un lugar para leer, aprender y compartir.
En ese desafiante camino de sostener y hacer crecer el proyecto se encontraban los miembros de la Junta y los vecinos, cuando llegó la delegación argentina de bibliotecas populares a Popayán. En tres días de conocerse, intercambiar y trabajar arduamente, los unos y los otros se dieron cuenta de que, a pesar de los kilómetros de distancia y de las diferencias en la historia de cada país, las similitudes eran enormes. La biblioteca del Barrio San José se enfrentaba a problemas harto conocidos por las bibliotecas populares de Argentina: la escasez de recursos, la necesidad de rebuscárselas con actividades nuevas para atraer más usuarios o la falta de tiempo del voluntariado. También aprendieron que la base más fuerte para construir un proyecto comunitario es la solidaridad, el desinterés y la capacidad de establecer lazos con otros.
Reunión tras reunión, la biblioteca de la comuna 9 comprendió que contaba con muchísimos recursos y elaboró estrategias para conseguir lo que faltaba. La misión argentina permitió resolver uno de esos puntos: trescientos nuevos libros donados desde Argentina poblaron los anaqueles. Cada uno de los vecinos que se acercó a ver de qué se trataba el movimiento inusual en la biblioteca navegó por los nuevos títulos y tuvo entre sus manos algún libro, en muchos casos, por primera vez. Algunos, incluso, se animaron a recomendar lecturas. Unas niñas que participaron del taller de danza se engancharon, además, con unos susurradores.
Durante las jornadas de trabajo, también sucedieron dos hechos fundacionales de la biblioteca. Los vecinos -comprometidos con la necesidad de trabajar en la reconstrucción de la memoria de su pueblo, en la restitución de derechos vulnerados y en el fortalecimiento de una nación muy lastimada- reflexionaron sobre el rol de la biblioteca comunitaria y decidieron inventariar como primer libro a la Constitución Política de Colombia. Como corolario, eligieron un nombre para el lugar y lo estamparon con pintura en el frente: Biblioteca Comunitaria Tejiendo Sueños, un nombre muy significativo que da cuenta de la necesidad del trabajo en red y, sobre todo, de que lo fundamental es no dejar escapar las utopías.
Por un nuevo paraíso
El Paraíso es un pueblo rural ubicado en el municipio de Algeciras, con aproximadamente 1200 habitantes. Está conectado a la ciudad más próxima por un camino de ripio muy difícil de transitar, pero de una belleza inigualable. Sus verdes y paradisíacos valles albergan grandes plantaciones de café, que la vuelven una de las regiones con mayor volumen de producción del grano. Además, allí se cosecha cacao, caña de azúcar, plátano, yuca y frutas típicas como el lulo o la guayaba.
En esta comunidad -que no cuenta con centros salud ni con transporte público- está radicado el latifundio cafetero La Virginia, la principal fuente de empleo de la población. El trabajo se cobra por peso y en muchas familias trabajan grandes y chicos para aumentar la productividad y así obtener más ganancias. El cultivo del café es una tarea manual y sumamente ardua ya que la recolección comienza poco después de la salida del sol y no se detiene hasta la noche.
La inigualable belleza de El Paraíso tiene una historia trágica, ya que es una región que ha sido particularmente afectada por el conflicto armado debido a la fuerte presencia de las FARC. Como sus campamentos se ubicaban cerca del pueblo, lo utilizaban como centro de provisiones. A veces, inclusive, los guerrilleros se quedaban a dormir durante semanas allí, invadiendo las casas de los habitantes y su intimidad. Actualmente, El Paraíso es el segundo territorio del país con mayor cantidad de desplazamientos*. Esta herida todavía sangra y son comunes las enemistades y desconfianzas por historias pasadas, los recelos entre vecinos y con quienes han tenido o tienen familiares guerrilleros.
Una biblioteca para la paz
Diana es parte de la biblioteca comunitaria de El Paraíso. Lidera el grupo “Mujeres por un nuevo Paraíso” al que llama, cariñosamente, “el grupo de mamitas” que se junta a conversar y a pensar soluciones para los problemas de la comunidad. Tiene grandes y atentos ojos marrones y siempre está elegantemente vestida y perfumada, aunque no se define como coqueta. Conoce de cerca el conflicto armado en la región: estuvo casada con un guerrillero y su hermano, con quien era muy unida, también que se unió de joven a las FARC.
Ella fue parte de la comitiva que, en 2016, viajó a Buenos Aires para conocer las bibliotecas populares. Cuenta que quedó asombrada con el trabajo voluntario en esos espacios, con el compromiso de sus miembros y con la fuerza de la organización comunitaria. Diana revela que, en particular, le impactaron las historias de trabajo con adolescentes y que regresó a El Paraíso con la idea de crear un espacio de pertenencia para que los niños y niñas puedan recrearse y crecer en un entorno de paz.
Ésta ha sido una zona muy golpeada por la violencia, que además sufrió durante muchos años la falta de inversión social del Estado, precisamente por el conflicto armado. Por eso esta vereda* fue incorporada al Programa Mambrú, ya que muchos niños y niñas de allí fueron reclutados* para
La llegada de la CONABIP
Al llegar a la biblioteca de El Paraíso, la comitiva argentina propuso actividades aprovechando el hermoso entorno que lo rodea. En las tardes de lectura o de escritura de poesía debajo de los árboles emergió el pasado duro y traumático, pero también un gran optimismo e impulso de vida entre los participantes.
La mayoría de las actividades se realizaron con niños, niñas y adolescentes. Para hacer partícipe a toda la comunidad, la agenda se extendió durante la noche: se realizaron actividades con los más grandes, mientras los niños, que no podían despegarse de la biblioteca, seguían leyendo o mirando alguna película en un pequeño cine-club montado especialmente para ellos.
Los adultos se acercaron primero a escuchar, y luego fueron animándose a compartir sus temores y expectativas. Muchos señalaron la preocupación por el futuro de los niños y la necesidad de contar con un espacio de recreación para ellos. A medida que fueron tomando confianza, surgieron temas más espinosos como la problemática de los ex integrantes de las FARC que vuelven al pueblo tras años en el monte.
Los libros fueron como un imán para los vecinos de El Paraíso. La biblioteca casi no tenía ejemplares y los libros coloridos, con diseños atractivos e historias conmovedoras que donó la CONABIP cautivaron a grandes y chicos. Luego de un taller de bibliotecología, se inventariaron para que comenzaran a circular por las casas. Fue difícil desarmar la idea de que los libros debían estar protegidos y guardados, literalmente, bajo llave; pero se logró que realizaran los primeros préstamos, y que todos comprendieran que la biblioteca está para usarla, quererla y cuidarla. Y que de ellos depende lo que allí pueda hacerse. Durante las jornadas también surgieron ideas para realizar talleres de danzas, pintura y lectura. Muchos de ellos ya se llevan adelante, a apenas tres meses de ese primer viaje.
Los niños y adolescentes de El Paraíso despidieron a la delegación argentina con un acto que incluyó danzas típicas y poesías tradicionales de la región. La despedida fue larga y difícil, con lágrimas en los ojos y abrazos apretados que demostraban que lo vivido en esos días había sido verdaderamente transformador para todos.
Constructores de paz en Villa Victoria
A orillas del Río Guamüez, en el límite con Ecuador y prácticamente en la entrada del Amazonas, se encuentra Villa Victoria, una comunidad de aproximadamente 250 habitantes. Para llegar desde Puerto Asís, la ciudad más cercana, hay que atravesar un río y un camino de ripio. La belleza imponente del lugar contrasta con sus condiciones de vida. Allí no hay gas de red, cloacas, agua potable, ni centros de salud de ningún tipo. Apenas cuentan con dos horas de energía eléctrica diaria, no hay teléfono fijo y la conectividad a celular es escasa o nula.
Villa Victoria depende, para su subsistencia, de los cultivos ilícitos. Su aislamiento y ubicación estratégica favorecen el comercio de coca a nivel internacional. Esto provocó la proliferación de redes de narcotráfico a comienzos de los 2000 y la existencia de bandas delictivas y grupos guerrilleros armados que persisten en la actualidad. Además, es una zona de producción de petróleo, lo que la convierte en una región en disputa, más aún teniendo en cuenta la total ausencia del Estado en la región.
Villa Victoria fue una de las comunidades alcanzadas por el Plan Colombia que, entre 2000 y 2015, se propuso la erradicación de los cultivos ilícitos a través de la fumigación y la destrucción de los cultivos de coca. El Plan no tuvo éxito, ya que los cultivos volvieron una vez finalizado el mismo, y generó consecuencias nocivas, sobre todo para la salud de los habitantes del lugar.
La biblioteca
En aquel bello escenario, donde la naturaleza abunda pero los servicios básicos escasean, una casita pintada de múltiples colores sobresale del resto. Es la biblioteca “Villa María, constructores de paz”. Lejos de las bibliotecas populares argentinas en kilómetros, pero muy cerca en sus modos de ser y hacer, esta biblioteca funciona hace algunos años gracias al apoyo y empuje de la comunidad y de algunos vecinos que se han transformado en verdaderos líderes. A partir de una campaña de donación de materiales, ya contaban con cerca de trescientos libros, realizaban préstamos a domicilio, tenían una sala de lectura, un grupo de tejedoras, una huerta comunitaria, un taller de reciclado y una escuelita de fútbol, entre otras actividades.
Milena Guerrero es la encargada de abrir y cerrar la biblioteca. Ella cruza el río Guamüez todos los días para trabajar en ese lugar que se convirtió en su segunda casa. Allí atiende al público, ordena el material y piensa actividades para los vecinos y vecinas. En 2016 Milena también fue una de las participantes de la misión que viajó a Argentina. Allí pudo conocer las bibliotecas populares del Delta y reconocerse en ellas, en su geografía, en su paisaje, en su aislamiento, pero también en sus ideas para llevar los libros a donde los vecinos no pueden llegar. De este viaje se llevó la idea de crear un “bibliobote” (ver recuadro) y lo puso a navegar ni bien regresó a Putumayo.
En la biblioteca Villa María, la llegada de los libros donados por la CONABIP fue un suceso lleno de emociones. Esas cajas, que habían partido desde Argentina tiempo atrás, arribaron a Villa Victoria apenas un día antes que los representantes de las bibliotecas populares. Así, la primera actividad luego de la llegada de la comitiva argentina, fue desembalar junto a toda la comunidad esas cajas de cartón. Ante cada caja, los rostros de los vecinos y miembros de la biblioteca reflejaban la sorpresa, la alegría y la emoción de aquél que sabe que tiene un mundo nuevo por descubrir. Cada uno fue poniendo el ojo en aquel material que le interesaba y, de a poco, se fue propagando el interés por acceder a los nuevos libros.
Antes, garantizaron el cuidado de ese tesoro, inventariando cada uno de los ejemplares que pasaba a formar parte del patrimonio de Villa Victoria y de las veredas vecinas que también hacen uso de la biblioteca.
Las jornadas continuaron con un intenso trabajo. La delegación argentina compartió sus experiencias y avanzó en la formulación de un proyecto vital para la comunidad: la construcción de un polideportivo y un parque infantil, donde además de leer, los vecinos y vecinas de este bello lugar puedan encontrarse y compartir, jugar y recrearse.
Jenny -madre cabeza de hogar, con dos hijos- es hoy una de las impulsoras del proyecto de tejido de la biblioteca. Le gusta el sentido de pertenencia y complicidad que se genera en cada encuentro entre agujas, lanas e hilos. De más jovencita Jenny emigró de su vereda a la ciudad para poder estudiar. Relata con tristeza los maltratos que padeció en alguno de los trabajos que tomaba para cubrir sus gastos y la estigmatización que sufrió por provenir del Putumayo, ya que en los centros urbanos asociaban su origen con la guerrilla y la violencia.
Además, su procedencia de tierras con comunidades indígenas, también implicaba el desprecio de las clases acomodadas. Esas heridas están latentes en Jenny y en todos los pobladores de esta región que hoy ven en la biblioteca comunitaria una oportunidad de trabajar rescatando sus raíces, en pos de la integración y el respeto por la diversidad.
Por un futuro de paz
La experiencia en tierras colombianas fue profundamente transformadora, tanto para los referentes de Colombia como para los argentinos, que tuvieron la oportunidad de reflexionar acerca de la necesidad de crear, todavía hoy, bibliotecas populares y comunitarias en nuestra región y en el mundo. Tanto la CONABIP como las bibliotecas populares argentinas establecieron el compromiso de seguir acompañando a las bibliotecas colombianas, aportando el conocimiento que han ido desarrollando a lo largo de sus más de 150 años de historia de construcción comunitaria, con la convicción de que los libros y la lectura son un eslabón central para construir pensamiento y libertad y para desarrollarse como seres humanos. Y que en este proceso de paz estos espacios pueden resultar clave.
Como parte de este proyecto, a lo largo de todo 2018 y comienzos de 2019 se continuó avanzando en el intercambio. El objetivo es seguir trabajando para mejorar las herramientas que las bibliotecas colombianas adquirieron en este trabajo conjunto y en generar entornos de encuentro, creación y libertad para que en el futuro sean ellos mismos quienes repliquen la experiencia en poblaciones vecinas. Y, ojalá, puedan crear una red de bibliotecas comunitarias por la paz de Colombia.
Nuevas misiones
En mayo y noviembre de 2018 realizaron dos misiones más en Colombia. En la primera, representantes de cuatro bibliotecas populares visitaron tres comunidades para profundizar el trabajo realizado a fines de 2017. Se realizaron talleres de gestión de proyectos, bibliotecología y promoción de lectura e identidad. Además, se llevó a cabo un taller de mitos en el que los miembros de la comunidad compartieron algunas historias locales que quedaron plasmadas en el libro Mitos que viajan por el agua, de Ediciones Genoveva, la editorial de la biblioteca popular Santa Genoveva (Delta, San Fernando).
Esta comitiva, seleccionada a partir de una convocatoria abierta, estuvo conformada por Paula Kriscautzky (biblioteca popular Del otro lado del árbol, de La Plata, Buenos Aires); Kevin Ezequiel Jones (biblioteca popular Teresita Yugdar, de Seguí, Entre Ríos); Mario Goretta (biblioteca popular Osvaldo Bayer, de San Miguel de Tucumán) y Marisa Negri (biblioteca popular Santa Genoveva) y fueron acompañados por Pamela Dos Santos, de la CONABIP.
En la segunda misión del 2018, se incorporaron las comunidades de Monterredondo (municipio de Miranda) y Santa María (Riosucio) para poder replicar el trabajo realizado y potenciar estas dos nuevas bibliotecas como entornos de inclusión, desarrollo y fortalecimiento a través de la lectura, el arte y el deporte. Esta fase pudo concretarse gracias al financiamiento de la Agencia Suiza par Desarrollo y Cooperación (Cosude).
En esta oportunidad viajaron María Inés G+omez (biblioteca popular Por caminos de libros, de Villa Madero, CABA); Sergio Niz (biblioteca popular Mariano Moreno, de Mocoretá,Corrientes) y Paula Kriscautzky, acompañados por Rodrigo Cabezas de la CONABIP.
En el marco de esta fase financiada por Cosude, en el marzo de 2019 se organizó en Bogotá un encuentro con las bibliotecas colombianas y los organismos argentinos involucrados con el objetivo de intercambiar y sistematizar experiencias, así como desarrollar en conjunto herramientas de trabajo que contribuyan a que Colombia pueda crear una red de bibliotecas comunitarias.
Un proyecto colaborativo
El gobierno colombiano convocó en 2016 a la CONABIP a participar en el proyecto de cooperación de “Prevención del reclutamiento de niños, niñas, jóvenes y adolescentes de los municipios de Popayán, Algeciras y Puerto Asís, Colombia”. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Fundación Los Grobo y del Municipio de Vicente López y se pudo concretar gracias al financiamiento del Fondo Argentino de Cooperación Sur-Sur y Triangular (FO. AR) dependiente de la Cancillería argentina.
Ríos de libros
A partir de la experiencia en territorio colombiano, Marisa Negri creó el proyecto Bibliolanchas en Red, para desarrollar proyectos de cooperación internacional entre bibliolanchas de sectores rurales de Argentina, Chile y Colombia. Forman parte de este proyecto el Programa anual Bibliolancha "Genoveva" y "Libros para Viajar" de la Biblioteca Popular Santa Genoveva (Delta de San Fernando, Buenos Aires, Argentina), el Programa de Bibliolancha Felipe Navegante (Quemchi, Isla de Chiloé, Los Lagos, Chile) y el Programa de Bibliobote de la Biblioteca Popular Villa María (Villa Victoria, Puerto Asís, Colombia), pero se prevé ampliarlo aotros proyectos y países.