Novedades
Los resultados que muestra el cultivo a pocas semanas de cosecharse, dejan muy satisfechos a inversionistas y técnicos. La primera experiencia en San Luis con ricino para elaborar aceite con destino a exportación dará que hablar.
Es una especie perenne que puede vivir más de 10 años, pero agronómicamente, se la maneja como cultivo anual, similar al de un cultivo anual de verano mecanizado.
Esta iniciativa fue encarada por una alianza entre las empresas Grupo Los Grobo y Green Tech Science en El Escorial, un campo de 1.500 hectáreas ubicado a escasos kilómetros al sur de la población de San José del Morro, donde un lote de 70 hectáreas muestra el muy buen estado de las plantas, con las primeras semillas que contienen 60% de aceite.
Esta apuesta empresarial se orienta a la producción de aceite con destino a la industria cosmética, pero mayormente a la elaboración de biolubricantes para la industria automotriz, y en menor medida en la industria del bioplástico y biojet, que es una nafta para avión.
La producción que se logre en San Luis tendrá dos destinos, la obtención de semillas seleccionadas con una clasificadora láser y la elaboración de aceite por extrusado y prensado.
Gabriel Aguilera, asesor agronómico y administrador de El Escorial, le contó a revista El Campo que en septiembre del año pasado sembraron el lote con ricino, que en principio iba a llegar a las 200 hectáreas: “Fue toda una novedad, porque además la empresa Green Tech tiene un protocolo elaborado para este cultivo que lo fui aprendiendo sobre la marcha”.
La firma ya venía multiplicando semillas, parte de las cuales utilizó para implantarlas en las exigentes tierras que rodean al cerro El Morro.
“Me sorprendió la uniformidad que alcanzó este lote, a pesar de que aún esta planta es muy rústica. Es una experiencia muy grata porque el cultivo se desarrolló y se logró el total de la superficie, con una gran adaptación a la zona, que es fría y expuesta al granizo y lluvias erráticas”, describió el profesional.
Investigando con su colega Ramiro Goncalvez se encontró bibliografía de hace cien años en la que el escritor puntano Dalmiro Adaro recomienda para San Luis explotar este cultivo para obtener aceite de ricino. “Dice exactamente lo mismo que estamos haciendo hoy, con tal precisión como sugerir diez kilos de semilla por hectárea, la misma expectativa de rinde, el mismo aporte de plantas, las mismas prestaciones”, destacó. Por los excelentes resultados que asoman en la producción de ricino en San Luis, para Aguilera es una gran alternativa para la provincia para producirlo y agregarle valor a un producto con creciente demanda internacional.
La planta, que también se usa como ornamental, es perenne y casi un arbusto, con una altura de metro y medio. La variedad sembrada en El Morro es Maravilla, cuya virtud principal es que tiene un 60% de aceite en la semilla, un resultado que se vio en las muestras de las primeras semillas analizadas.
Tiene un crecimiento lento hasta los primeros 45 días, desarrollando una planta de 10 a 15 centímetros. Después de allí el crecimiento es explosivo, con raíces muy profundas por lo que necesita un espacio para que no compitan entre sí y evitar dominancia, indicó Aguilera.
Por ello la densidad es muy baja, a razón de una planta cada un metro y a una distancia de 52 centímetros entre líneas, que es la que tienen hoy las sembradoras de maíz, con lo que se implantó 15 mil plantas por hectárea.
“Vemos ahora que lo ideal es un metro por un metro porque hubo competencia entre surcos”, señaló como aspectos a corregir. Una imagen tomada la semana pasada por un dron muestra las 70 hectáreas parejas e intactas, mientras que los cultivos vecinos de maíz, sembrados en la misma fecha, están totalmente quemados por la ines-perada helada del 18 de febrero.
Con un técnico que lo visita regularmente para hacer un acompañamiento, siguen de cerca el clima porque con dos heladas seguidas se cortaría el ciclo de la planta y habilitaría el momento más esperado: la cosecha. El aceite de ricino tiene un punto alto de ebullición. Se elabora un bioaceite que hasta los 270 grados centígrados mantiene sus características, por lo que es demandado por la industria automotriz y metalmecánica porque esas condiciones demoran el desgaste en altas fricciones. México y Brasil tienen una demanda de aceite de ricino que supera la producción propia.
El proceso poscosecha
El técnico de la empresa Greentech, Diego Tarantola, es ingeniero agrónomo, encargado de Industria y Logística y describió que la trilla se hace con una cosechadora común, con un cabezal girasolero y algunos cuidados para minimizar pérdidas. Como los granos van con un poco de cáscara, los camiones que lo trasladen deben tener sobrebarandas, utilizados generalmente para maní.
Se la lleva a una aceitera de extrusado y prensado de soja, reacondicionada para procesar granos con más aceite y similares a las usadas para el maní, que tiene un 48% ciento de aceite.
La empresa tiene una aceitera en Ticino, Córdoba, y otra en Villaguay, Entre Ríos. Gran parte de la cosecha se guarda para semilla que se la selecciona con una clasificadora láser, que toma las de mayor pureza y tamaño.
Hay una forma láser de identificar la semilla que tiene la pureza física y varietal que es la que desarrolló la firma.
“La planta en sí genera muchas mutaciones de un año para otro y dentro del mismo ciclo y cambia de color, para lo cual tenemos desarrollado un software con el que la lectora láser identifica esas semillas que son blancas o que tiene un color más pálido o más oscuro y como no responde a las características que desarrolló la empresa, las saca y las clasifica por tamaño”, explicó Tarantola.
Esas semillas seleccionadas, luego son tratadas con una hormona y un fungicida específico para ricino, para contar con buen poder germinativo porque se usa para multiplicación.
En cambio, la semilla que se hace para la industria se la puede vender en ese estado y se exporta a Brasil o, si se quiere agregar más valor, se aprovechará lo que ya tiene preestablecida en Argentina, que son estas fábricas de extrusado-prensado. La idea de darle más valor al grano y llevarlo a aceite, que se utiliza en la industria cosmética y mayormente para refinamiento de lubricantes, no como combustible para hacer biodiésel, sino para elaborar biolubricantes, como aceites de motor, para sistemas hidráulicos, entre otros.
Para el asesor, el gran interés que despierta hoy este cultivo es que puede conquistar zonas más áridas, donde la agricultura clásica no está. “Este tártago está ideado y diseñado para desarrollarse en sectores donde no hay agricultura y por lo tanto no compite con especies alimenticias; tiene la capacidad de soportar ambientes más infértiles, con temperaturas más extremas, de estrés hídricos más complicados”, valoró.
“Nuestra mayor cantidad de hectáreas se encuentra en Corrientes, donde solo hay pinos y eucaliptos para madera y algo de ganadería. La empresa certifica que este aceite viene de una zona no agrícola y eso le da un interés mucho más comercial a la Unión Europea para poder exportarlo, porque ellos deben cumplir con una norma del Tratado de Kioto referidas a exigencias medioambientales, que no solo dicen que no deben contaminar, sino que en todo su proceso no influya en la industria alimenticia, como no quitar tierras de cultivos para consumo humano”, describió.
Ambientalmente responsables
Martín Sackmann, gerente de Innovación y Desarrollo Técnico del Grupo Los Grobo, destacó que en la empresa “buscamos ser ambientalmente responsables, cuidamos el planeta utilizando y fomentando sistemas productivos que proporcionan los mejores rindes e incrementan el valor de la tierra y su capacidad productiva siempre en justo equilibrio con el cuidado de las personas, sus intereses y necesidades”.
Para el directivo, la sustentabilidad es un tema de mucha relevancia y los hace trabajar cada día en encontrar mejores prácticas para ser aplicadas en los distintos eslabones de la cadena de valor.
Explicó que por ello continúan utilizando el método de la siembra directa como práctica de preservación del recurso suelo y en línea que este sistema de producción “estamos adoptando un mayor uso de dobles cultivos para intensificar la captura de carbono (59.643 hectáreas de doble cultivos en 196.410 hectáreas físicas, = 30,3%)”.
Agregó que incrementaron el uso de cultivos de cobertura para mejorar la estructura y fertilidad de los suelos en reemplazo de los tradicionales barbechos químicos largos, al tiempo que cuentan con un Protocolo de Seguridad con el objetivo de definir los parámetros para la aplicación de agroquímicos en los campos donde el grupo tiene participación.
Sackmann también destacó que certificaron 5.891 hectáreas con RTRS (Round Table Responsible Soy) y 79.000 toneladas con Soja Sustentable (2BSVS).
“Con el objetivo de aumentar la diversidad, crecer en intensificación en los sistemas y atendiendo necesidades de mercados que demandan energías renovables estamos introduciendo, en nuestras siembras asociadas, nuevos cultivos en la rotación: arveja verde, arveja amarilla, colza, carinata, camelina y ricino”, detalló.
En línea con este último objetivo, este año sembraron junto con uno de sus socios y Gabriel Aguilera, 71 hectáreas de ricino en la localidad de El Morro.
Un adelantado
Dalmiro S. Adaro, profesor graduado en 1880 y estudioso de la historia, geología, geografía y pedagogía de San Luis, publicó en 1916 “industrias criollas o fitotecnia, aplicaciones de los vegetales indígenas y exóticos”, que contiene una serie de conferencias brindadas a sus alumnas de la Escuela Normal de Maestras de San Luis.
En el capítulo V, dedicado a las plantas oleaginosas, brinda precisiones de cómo practicar su cultivo, con datos que asombrosamente coinciden con los utilizados actualmente, como 10 kilos de semilla por hectárea, a una distancia de un metro entre plantas y entre líneas para lograr 3 mil kilos en la misma superficie y que contengan un 60% de aceite. La publicación está en una valiosa biblioteca de San Francisco del Monte de Oro perteneciente a Silvina Schenk, cuyas copias aportó para revista El Campo Ramiro Goncalvez. → eldiariodelarepublica.com