Novedades

19 Septiembre, 2022
“El principal desafío es seguir creciendo de manera sustentable y rentable en un mercado extremadamente competitivo”
Enrique Flaiban, CEO de Los Grobo, entró al mundo del agro luego de un largo recorrido por distintas industrias y ciudades. Por qué se considera un "aventurero profesional".

Soñó con ser piloto de Fórmula 1. Se imaginó descorchando champán en lo más alto del podio. Cambió esas victorias imaginarias por los números cuando decidió ser contador. Hoy es el CEO de Los Grobo, uno los principales grupos económicos del país dedicado a la producción y exportación agroindustrial alimentaria.

El ejecutivo de 57 años, casado, padre de tres hijos y reciente abuelo, se define como un "aventurero profesional". "Cuando cuento todo lo que hice y por dónde la gente dice ´¡guau! No has parado´. Y la verdad es que nunca paré y eso es lo que determina la energía para ir de un proyecto a otro. Pero sobre todo por la diversidad de cosas que fui haciendo, por haber estado en promedio cuatro años en un país o una ciudad y en un determinado proyecto, y haber ido cambiando. Es parte del motor que me permitió seguir haciendo todo con mucha energía", cuenta.

A lo largo de más de 35 años de actividad vivió constantes retos que lo llevaron a recorrer variadas geografías. Pasó por Madrid, donde se desempeñó en Arthur Andersen, luego de diez años regresó a la Argentina para incorporarse primero a Sideco Americana y después al Grupo ASSA. Cinco años más tarde se mudó a Córdoba para trabajar en E.ON, una empresa que le impuso traslados a la capital española y luego a Düsseldorf, en Alemania. Tras una década, su tierra natal lo llamó para unirse -otra vez en La Docta- a Ecogas y ya en Buenos Aires al Grupo Newsan y a Petroquímica Cuyo.

Su perfil de aventurero está asociado también con la multiplicidad de los rubros en los que incursionó. De una de las cinco mayores compañías auditoras del mundo saltó a una firma de servicios públicos e infraestructura y a una de consultoría y outsourcing. Desembarcó en el sector energético, en la fabricación de electrónica de consumo y electrodomésticos para recalar en una firma que produce polipropileno y materias primas plásticas de avanzada. "En general uno cuando no está en el sector del agro, lo ve como un sector que la tiene más fácil, pero hasta que te adentrás en ese mundo ahí realmente te das cuenta de toda la complejidad que tiene en cuanto a temas de riesgo en producción y en lo que es la determinación de la rentabilidad", explica este contador que jamás ejerció esa profesión.

A la hora de plantear sus metas como CEO relata que "el principal desafío es seguir creciendo de manera sustentable y rentable en un mercado que es por un lado muy dinámico y por el otro lado extremadamente competitivo". Para jugar a ganar en ese mercado propone como herramientas la innovación y la digitalización. "Tenés que brindar buen servicio y rápido al mejor costo posible. Tenés que tratar de eludir intermediarios y comisionistas y estar en los lugares donde realmente podés agregar valor". La noción de digitalización parece echar por tierra el fenómeno del hombre de campo al que había que llamar golpeando las manos frente a la tranquera. Pero Flaiban rescata ese antiguo proceso que "termina siendo importante porque define la relación que vos generás con un productor". Luego se imponen las herramientas virtuales para mantener el vínculo que muchas veces nace en el tranquereo.

Valora el trabajo en equipo y destaca la condición de "ser una persona humilde que sabe escuchar y está atenta para hacer la pregunta adecuada". No viene del agro, pero entiende esa situación como una oportunidad para ver la industria con una mirada diferente. Cada palabra de Flaiban va acompañada de una enorme dosis de entusiasmo y pasión.

"Lo que más me gusta de mi actividad es el trabajo en equipo. Lo que más disfruto son los planteos o los análisis que hay que hacer en conjunto para sacar ideas hacia delante y lo disfruto más cuando realmente ves que todas las decisiones que fuiste tomando se fueron dando", asegura. Y cuando mira hacia atrás le cuenta al niño que soñaba con la Fórmula 1 que la vida puede llevarlo de un lado a otro. Que el vértigo es tan atrapante que, aun sin acelerar a fondo, se puede disfrutar de ser un "aventurero profesional". → nota publicada en la Edición Impresa Nº 345 de la revista Apertura (Editorial El Cronista)

Volver