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06 Noviembre, 2017
Gustavo Grobocopatel: "Este Gobierno trata de empoderar a los empresarios"
El empresario y CEO de Los Grobo aseguró a Infobae que Cambiemos "es un gobierno de transición". Una charla a fondo con el foco sobre la reforma laboral, tribuaria y la Justicia argentina.

Es empresario y músico. Es shock y gradualismo. Es equipo y soledad; éxito y fracaso. Todo eso es, y así se define, Gustavo Grobocopatel. El presidente del Grupo Los Grobo, una empresa del agro que factura USD 550 millones al año y tiene 50.000 hectáreas de producción, abrió las puertas de su empresa a Infobae, y en un diálogo abierto en dos encuentros distintos dio un panorama de la Argentina que está y la que viene, con una crítica puntual mas no punzante a la Justicia: "No estoy conforme de cómo ha sido hasta ahora. Tiene que ser transparente".

Sin ocultar el sello de optimismo que le imprime a cada frase con la que describe al gobierno de Mauricio Macri, tiene una mirada crítica sobre la desconexión que se produjo entre los empresarios y la sociedad, y en la política, pone el foco sobre la oposición: "Si no se estructura bien, seguirmos con los enamoramientos políticos".

-¿Cómo ve hoy al empresario argentino?
-Hay un cierto entusiasmo, una expectativa por lo que puede llegar a venir: un nuevo vínculo entre los empresarios, el sector público y la sociedad. El empresario estuvo muy aislado de la sociedad tratando de defenderse, de buscar oportunidades o directamente de subsistir. Me parece que vienen cosas nuevas: un empresariado más emprendedor, tratando de buscar oportunidades, armando nuevos negocios, construyendo el futuro, vinculándose con lo público desde otro lugar.

-Ese cambio que ve en los empresarios, ¿es por el Gobierno o por una sociedad que les pide un cambio de actitud?
-Es un cambio de paradigma. La sociedad, la convergencia tecnológica, su impacto sobre las personas y las organizaciones, hacen que la sociedad empiece a funcionar de una manera diferente. En todo caso, lo que los gobiernos hacen es acelerar o ralentizar estos cambios.

-Entonces, ¿este gobierno aceleró ese cambio?
-Este gobierno confía más en los empresarios,  trata de empoderar a los empresarios, facilitarles la vida y la toma de decisiones. Nos encontramos con un terreno despejado para trabajar con más libertad y más creatividad.

-¿Qué es lo peor de hacer negocios en el país?
-Un poco de todo. Nosotros tenemos una enfermedad que se llama falta de competitividad, en el sentido más amplio de la palabra, donde hay temas sociales incluidos. Esa enfermedad ha creado pobreza. La falta de competitividad está compuesta por un montón de cosas: la falta de integración al mundo. En la Argentina, las exportaciones e importaciones representan el 20% del PBI cuando en Alemania es el 100 por ciento. Tenemos costos de puertos que son el doble de los de Australia y Nueva Zelanda. Hay problemas de infraestructura. Tenemos baja productividad por poca inversión en tecnología y muchas rigideces en el tema laboral. Costos impositivos muy altos para un Estado de calidad muy baja.

– ¿Pero el empresario argentino realmente quiere competencia?
–Todos los seres humanos queremos tener el monopolio de algo. Queremos ir tranquilos, que nadie nos moleste, hacer un negocio y tenerlo toda la vida. Estar tranquilo… eso es algo normal. Para que un bien no sea individual y sea colectivo, tiene que haber competencia, tiene que haber alguien que te moleste. Los empresarios siempre lucharemos por tener el monopolio de algo, pero ahí están el estado y la sociedad, que deben ayudar para que haya competencia y defender el derecho de la mayoría.

-Uno de los grandes fracasos de la Argentina es no tener políticas de estado a largo plazo. ¿Ve una solución superadora a Cambiemos?
-Este gobierno es un gobierno de transición que dobla la página en la Argentina entre lo que fue y lo que viene. Si yo pensara que Cambiemos viene a quedarse con una reelección y no creyera en la alternancia, en un cambio, cometemos el error de repetir estos enamoramientos que tenemos los argentinos por el kirchnerismo, menemismo, alfonsinismo, y ahora sería el macrismo. Hay que romper ese enamoramiento. Por eso, es más importante saber quién va a ser la oposición. Tener una oposición seria nos ayuda a pensar que se dio vuelta la página. Si la oposición no se estructura bien, el riesgo es que esto siga siendo pendular.

-¿Ve la televisión?
-Muy poco.

-¿Lee los medios?
-Sí.

-¿Qué pensó la primera vez que vio la imagen de ex funcionarios presos?
-Creo que tenemos que creer en la justicia. Todos suponemos que los tiempos de la justicia están muy impactados por lo tiempos políticos, que aceleran o ralentizan las causas. Creo que hay que luchar para que esos tiempos estén cada vez más desacoplados de los políticos y tener una justicia profesional, de calidad. No tomo una posición sobre estas cuestiones porque me parece que es la justicia la que debe decidir.

-Pero sí cree que debe haber un cambio estructural en la Justicia…
-Sí. Yo no estoy conforme con cómo ha sido la justicia hasta ahora. Creo que debería haber sido más rápida, más eficiente, transparente.

-El Gobierno presentó esta semana los lineamientos básicos de las reformas. Para usted, ¿qué debería incluir la laboral?
-Hay un cambio en el trabajo, hay otra forma de hacerlo. La reforma laboral nos tiene que dar la posibilidad a los trabajadores y empresarios de recrear nuevas formas de trabajo, sin perder los derechos de los trabajadores. Pero si por no perder los derechos se generan rigideces tales que hace que las empresas no sean viables ni competitivas, esa rigidez termina con el trabajo. Es una responsabilidad compartida.

-¿Y la tributaria?
-El gobierno tiene que seguir recaudando y empezar a cobrarle a los que no pagan. La presión impositiva es muy alta, pero es más alta porque sólo la mitad paga. Tienen que bajar los impuestos a medida que aumenta la recaudación haciendo que más gente pague. Si no resolvemos ese problema, tendremos inconvenientes.

-Se instaló la discusión entre "shock" y "gradualismo". En los negocios, ¿se considera más gradual o le gusta el shock?
-En algunas cosas soy gradual y en otras shock. Soy muy innovador, muy creativo. Siempre estoy buscando nuevas oportunidades. Trato de aprender de lo que está pasando y no le temo a los cambios, aún cuando a veces son grandes. En ese sentido yo soy más de "shock" porque pienso que el tiempo no es neutro. Hay que hacer las cosas que hay que hacer lo más rápido posible. Por otro lado, soy una persona que que trata de no crear conflictos. Trato de que todas las partes estén de acuerdo. Me molesta el conflicto, trato de evitar los conflictos, trato de entender el punto de vista del otro. En ese sentido soy gradualista.

-En el binomio gradualismo/shock, ¿le sorprendió que este gobierno fuera por el gradualismo?
– Lo del gradualismo es nuevo, porque de todas las otras crisis argentinas salimos con shock. Eso creó pobreza, quebró la confianza entre la sociedad y la política. Es una novedad, por cierto jugada, que este gobierno vaya por el gradualismo. Este término es una manera elegante que la cuenta de la crisis no la pagan sólo los trabajadores, sino también los empresarios. Con el gradualismo, los empresarios estamos haciendo un aporte significativo para resolver la crisis.

-¿Qué aportes?
-El gradualismo implica que uno tenga que reducir enormemente sus ganancias. Inclusive hasta poder perder dinero, porque no hay un ajuste drástico de costos que están vinculados a devaluaciones o ajustes brutales. Nuestras ganancias no son tales como podrían si hubiera shock.

-¿Cuál considera que fue su mayor éxito hasta hoy?
-Mi mayor éxito es entender que el éxito es efímero y no es importante. Hace poco dije que el éxito es un breve período entre dos fracasos. Creo que no hay que creérsela.

-¿Y su mayor fracaso?
-Uaau, tengo tantos fracasos…

-¡Sí?
-¡Sí! Tuve muchos fracasos. Tuve, pero tengo el sueño de que mi compañía sea multinacional, tener un legado. No lo he logrado todavía, pero es parte del desafío de los próximos años. Hubiera querido aprender a tocar la guitarra y el piano y no he podido sentarme a estudiar. Me hubiese gustado terminar de leer los libros que tengo en mi biblioteca.

-¿Hay algún libro pendiente que lo obsesione en particular?
-No, varios. Viste que la biblioteca existe para mostrarte lo que todavía no leíste. Me gustaría mucho escribir. Tengo eso en la caja y me gustaría tener tiempo para escribir.

-¿Qué toma del canto para los negocios, y qué de los negocios para el canto?
-Del canto para los negocios, mucho. Más que el canto, el arte, el pensamiento artístico. Soy creativo, abierto, miro afuera de la caja. El arte es comunicación, y hoy un líder que no comunica bien está complicado. Al revés, es más difícil. Como artista no tengo un vínculo tan emotivo con las cosas, en el sentido que tanto los artistas como los científicos tenemos una cosa de orgullo, autoestima no satisfecha. Esa necesidad de ser reconocido. Eso lo tengo amortiguado por el hecho de ser empresario.

– ¿Cómo se siente con el apodo "El rey de la soja"?
-No me representa, no soy yo.

-Si no es "El rey de la soja", ¿quién es Gustavo Grobocopatel?
-Soy padre, feliz, soy amigo, soy una persona entusiasta, comprometida, con ganas de aprender. Y obviamente soy artista. Soy músico y soy curioso. Soy solitario, me gusta estar solo. Soy un empresario. Soy parte de un colectivo muy grande de empresarios vinculado con lo agropecuario. Me siento parte de un colectivo. Sí, soy líder, pero dentro de otros líderes.

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Fuente: infobae.com Por Jorgelina do Rosario

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