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El fundador de Grupo Los Grobo, Gustavo Grobocopatel se mudó en 2020 a Colonia, Uruguay: "Una decisión personal que tomé hace varios años y que la pandemia aceleró", confiesa. Renunció a la presidencia del holding y, aunque no abandonó el día a día, hoy está más enfocado en los negocios globales. La lejanía del país ahora le permite analizar la realidad desde otra perspectiva, siempre con una mirada crítica: "Seguimos repitiendo los mismo errores desde hace décadas y los resultados son los que tenemos: más pobreza, menos esperanza, deterioro de los bienes públicos, mayor aislamiento", se lamenta.
No sin inconvenientes y vaivenes, su grupo empresario no paró de crecer y diversificarse desde sus inicios, aunque desde el año 2016 el 76% está controlado por el fondo de inversión Victoria Capital. En su último ejercicio, el resultado operativo interanual creció un 65% y el final antes de impuestos fue positivo, tras una tendencia previa de resultados negativos. Las ventas crecieron más de un 40% y lograron reducir la carga financiera (-25%) y el endeudamiento bancario (-30%).
El secreto de su éxito inicial fue aprovechar el boom de la soja pero sin ser propietario de tierras, su diferencial fue arrendar miles de hectáreas en el país y los vecinos, brindar servicios a terceros y aplicar paquetes tecnológicos en los cultivos con técnicas de siembra directa y agricultura de precisión. Hoy administra 261.000 hectáreas sólo en la Argentina, la mitad con participación propia, destinadas a soja el 39%, maíz el 31%, trigo el 16%, girasol el 4% y el resto a otros cultivos.
Con su experiencia de décadas en los agronegocios y una empresa de vanguardia en el sector, desde su nuevo lugar en el mundo, del otro lado del río, responde con la claridad de siempre a las preguntas de iProfesional. Frente a las elecciones generales de noviembre dice que siempre tiene esperanza y, de manera salomónica, resume: "La salida es todos juntos".
-¿Cuáles son los dos o tres temas que más le preocupan de la Argentina en la actualidad? ¿Inflación, desocupación, tipo de cambio, nivel de actividad, deuda pública, carga fiscal?
-Creo que lo más importante es tener un rumbo que de claras señales hacia dónde vamos y cómo vamos. Obviamente la estabilidad macroeconómica es un tema importante pero no alcanza, necesitamos recrear la gesta de crecimiento, la Argentina de la inmensa clase media con movilidad ascendente, con la fuerza de la creatividad de sus talentos, integrada al mundo, siendo parte de él. Pero sin crecimiento sostenido en el tiempo, y con firmes fundamentos, es imposible poner en marcha este proceso.
-Si no hubiese irrumpido la pandemia, ¿considera que el país estaría mejor que hace dos años a nivel económico y social?
-Creo que la pandemia agudizó los problemas, los expuso más, aceleró procesos que iban a darse en el tiempo. Seguramente hubiese estado mejor, pero con tendencia al deterioro.
-Desde su visión como empresario, ¿qué políticas del actual Gobierno considera acertadas y en qué otras considera que el camino elegido no está dando los resultados esperables?
-Creo que el Gobierno, consciente o inconscientemente, encontró en la pandemia una "excusa" para no enfrentar los problemas que teníamos, que tenemos y que vienen ocultándose bajo la alfombra sistemáticamente. Venimos desde hace décadas cometiendo errores, gestionando pésimamente los temas públicos y postergando los debates y acciones necesarias para dar vuelta la hoja. Los resultados son los que tenemos, más pobreza, menos esperanza, deterioro de los bienes públicos, mayor aislamiento.
-¿Qué necesitan las empresas de su sector en el país para seguir creciendo en lugar de estar todo el tiempo preocupados con la coyuntura local?
-En principio, estabilidad macroeconómica. Y que para que se sustente en el tiempo debe darse en el marco de transformaciones en el Estado, el sistema impositivo, laboral, educativo, previsional. Otro tema no menor es la estrategia de integración al mundo: el Mercosur 2.0 y su proyección, los TLC con todo el mundo, la facilitación del flujo de conocimiento, capital, bienes y servicios. Y en paralelo, un Estado que garantice que sea un proceso que integre e incluya. El deterioro en Argentina creó un colectivo enorme que son los trabajadores de la Economía Popular, que no están sindicalizados, tienen un sistema de protección social inestable y se necesita que se reinserten al mundo del trabajo formal.
-¿Con qué otros empresarios argentinos se siente identificado por su capacidad de gestión, valores compartidos, visión de negocios?
-Es injusto decir un nombre, pero hay muchos que luchan desde distintos lugares y con diferentes atributos. El gran tema es que los sucesivos shocks nos han preparado para resistir y ese ha sido en general el foco de nuestro trabajo. Si hubiésemos tenido más estabilidad seguramente ese foco se correría hacia la innovación, productividad, integración social y sustentabilidad.
-Considerando las actividades de su grupo empresario y la relación de estas con el ambiente, ¿cómo evalúa el desempeño actual y futuro con relación al impacto?
-En Los Grobo trabajamos sobre temas ambientales cotidianamente por nuestro vínculo con la naturaleza y hemos sido reconocidos mucho por ese trabajo. La agricultura con siembra directa, el tratamiento de residuos y envases, el estricto cumplimiento de normas y procesos, son algunos de ellos. Más allá de eso, la empresa en los últimos años, y pese a las restricciones, pudo hacer crecer su resultado operativo (65% respecto al del ejercicio anterior), logró los volúmenes de originación más altos de su historia (2,1 millones de tn) y las ventas crecieron más del 40%.
-Tomando en cuenta su trayectoria y la de la empresa que fundó, ¿cuáles fueron los momentos en que los negocios fluyeron y en qué otros enfrentó frenos a sus capacidades?
-Sobre eso se puede escribir un libro… (risas). En los últimos 40 años se dieron momentos de fluir y frenar. A veces lamento lo que no pudimos hacer e, inmediatamente, pienso en todo lo que sí pudimos hacer. Soy bipolar. En los 80 fue dificilísimo con Alfonsín, precios bajos, retenciones, doble tipo de cambio. Luego con Menen, el alto costo argentino que obligo a profundas reformas en nuestras empresas. Ni hablar de la crisis del 2001 y cuando todo parecía encaminarse, la 125 y el comienzo de una relación destructiva con el Gobierno. En paralelo, para cada período, también podría contar cosas positivas.
-Viendo la evolución, ¿qué decisiones no volvería a tomar y cuáles debería haber encarado y no lo hizo en todos estos años?
-Es contra fáctico responderte, trato de mirar lo que sucedió para aprender y no para lamentarme o felicitarme. Cuando uno toma decisiones hay que tener en cuenta el contexto y las limitaciones que tiene. Siento que no tengo nada pendiente y al mismo tiempo tengo ganas de hacer cosas nuevas.
-¿Su cambio de país de residencia es sólo una elección personal o tiene otras motivaciones?
-Es una elección personal que tomé hace varios años y la pandemia aceleró.
-A nivel político, ¿tiene expectativas frente a las elecciones generales de noviembre?
-Siempre tengo esperanza, pero la salida es todos juntos. Hay que buscar una forma de que estemos todos arriba del barco y transformar el intenso debate público en algo positivo, que no nos paralice.
-En el mediano y largo plazo, ¿qué debería hacer el país para destrabar su situación fluctuante y encaminarse de lleno al desarrollo sostenible?
-Creo que deben acordarse una serie de transformaciones que ya mencione antes y deben hacerse por amplia mayoría, sin especulaciones. Vemos que la sociedad se canso de discursos vacios, de funcionarios que no gestionan, de organizaciones que no transforman y de liderazgos negativos. → www.iprofesional.com