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“La Argentina tiene mucho potencial, tiene científicos de primera línea, tiene sectores de la cadena que son innovadores y emprendedores, solo falta un marco burocrático que le dé estabilidad y un contexto que favorezca la inversión a largo plazo”, apunta Gustavo Grobocopatel, Presidente del Grupo Los Grobo, sobre una de las preocupaciones más grandes de los investigadores del agro en el país: el sostén económico que les garantice poder desarrollar hoy eventos biotecnológicos que comiencen a dar resultados en 10 o 15 años.

Es el caso de la empresa Bioceres, que recién en 2015 logró la aprobación de una tecnología que comenzó a trabajar a comienzos de los 2000, a partir de una investigación del Conicet. Se trata de un avance que permite incrementar la tolerancia de los cultivos de soja a la sequía y a la salinidad, un punto de especial relevancia en un contexto de cambio climático, tal y como explica Federico Trucco, CEO de la compañía.
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Extracto del artículo “Qué tecnologías aporta la Argentina en la lucha global contra el hambre”, publicado en apertura.com