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Luego de que se conociera en Brasil la aprobación para harina del trigo transgénico tolerante a sequía desarrollado por la firma argentina Bioceres, el empresario y uno de los fundadores de esa compañía, Gustavo Grobocopatel, celebró la noticia, a la que catalogó como “un nuevo hito histórico”.
“La aprobación del HB4 por parte del gobierno brasileño es un hito en la vida de Bioceres. Más allá de que HB4 logra aumentar los rindes con y sin sequías, tan fundamentales en estos tiempos de cambio climático, nos desafía en otros aspectos. En principio, si somos capaces de ser líderes, el liderazgo de hoy requiere no solo de tener tecnología, también ser parte de redes globales de conocimientos, crear o modificar reglas, instituciones, creencias”, indicó en un video público.
El evento aprobado por el vecino país se trata de un trigo tolerante a sequía que permite su producción ante situaciones de estrés hídrico. Es un avance introducido a partir de un gen del girasol. “El trigo HB4 es un desarrollo 100% argentino, producto de la colaboración público-privada de más de 18 años entre Bioceres y el grupo de investigación del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (Conicet-UNL)”, indicaron en la empresa.
En este contexto, contó que cuando fundaron la empresa, lo hicieron, entre otras cosas para interperlarse sobre esos temas: “¿Queremos ser líderes?¿Podemos desarrollar tecnologías y exportarlas?¿ Estamos dispuestos a correr riesgos que ello supone?¿Podemos ser capaces de gestionar estos riesgos?”
El empresario indicó que lo que ocurrió “es un gran reconocimiento al trabajo de los que hicieron posible esta tecnología” y destacó el liderazgo de Raquel Chan, la investigadora a cargo del desarrollo. Asimismo valoró el trabajo de todo el equipo, encargado de los desarrollos “que van del laboratorio al campo, de una planta a la otra, de una idea a una solución”.
Por último, dijo que, en medio de las incertidumbres y volatilidades, se va transitando “este camino en la esperanza de construir un mundo mejor”.
Por su parte, el economista especializado en agronegocios, Iván Ordóñez, contó que todo empezó con 23 productores con un sueño en el 2001. “El camino fue largo e incluye el fondeo en la bolsa de New York saliendo a cotizar. La forma en la que se financió el desarrollo nos enseña, además, que nadie puede ser exitoso solo y que es preciso reconocer el valor que cada uno aporta a la hora de asociarse: accionistas, científicos, productores y Estado”, detalló.
Para Ordóñez, en un país que exige resultados inmediatos, la experiencia de Bioceres, a la que le costó más de una década ser rentable y casi dos años aprobar el trigo HB4, “muestra que las historias de éxito verdadero demandan paciencia”.
“Existe una concepción errada sobre la cual el valor agregado solo puede darse aguas abajo: la frase ‘no hay que vender soja, hay que vender milanesas de soja en cajitas’. El campo argentino, sobre todo el pampeano, se destaca en el mundo por su capacidad de generar valor aguas arriba: mejorando las tecnologías con la que se hacen los alimentos, los granos”, aseguró.
“De eso se trata Bioceres, que actúa como puente entre la investigación científica y la producción. La aprobación por parte de Brasil desregula el cultivo de trigo HB4 y valida aún más la tecnología. Ahora la compañía tiene que desplegar una estrategia de monetización de esta patente”, añadió. lanacion.com.ar