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24 Junio, 2022
La crisis alimentaria brinda a América Latina una oportunidad de transformar su agricultura, dijo el empresario argentino Grobocopatel en diálogo con Director General del IICA
El empresario agropecuario, ingeniero agrónomo y consultor internacional, Gustavo Grobocopatel, en el diálogo con el Director General del IICA, Manuel Otero, en la sede central del Instituto en San José de Costa Rica.

San José, 24 de junio de 2022 (IICA) – La superposición de crisis globales que disparó el precio de los alimentos abre una oportunidad para América Latina, que debe ver la coyuntura como un punto de partida para la transformación de sus zonas rurales.

Así lo entiende el empresario agropecuario, ingeniero agrónomo y consultor internacional Gustavo Grobocopatel, quien visitó la sede del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en San José de Costa Rica, y fue protagonista de un diálogo sobre el presente y el futuro de la producción alimentaria con el Director General del organismo, Manuel Otero.

La conversación fue transmitida por streaming y contó con la asistencia y la participación activa por la vía virtual de periodistas de reconocida trayectoria en el sector, desde países de todo el continente.

“América Latina es extraordinaria en muchos aspectos. Hay abundancia de agua, de tierra y hay una tradición cultural, porque la gente sabe trabajar en el campo. No existen esas cosas en otros lugares del mundo. Este continente posee un potencial productivo cinco o seis veces mayor que el actual”, dijo Grobocopatel, quien consideró que los problemas generados por la pandemia de Covid-19, la recurrencia de eventos climáticos extremos y el conflicto bélico en Europa del Este acelerarán los cambios en la agricultura que ya se venían produciendo.

“Los problemas de la globalización deben ser combatidos con herramientas de la globalización. Una es la regionalización; si queremos tener peso en el mundo debemos hacerlo juntos. Los países de América Latina y el Caribe no podemos estar separados para enfrentar la complejidad de lo que viene: hay una nueva convergencia tecnológica que tiene que ver con la robótica, la internet de las cosas o la nanotecnología, que va a cambiar la forma de hacer la agricultura”, anticipó Grobocopatel, quien ha sido fundador de la Cámara Argentina de Biotecnología y el Grupo Los Grobo y ha asesorado a distintos gobiernos.

Autodefinido como un emprendedor, este promotor de la siembra directa, a la que considera una herramienta para cuidar la salud del suelo, está convencido que una de las transformaciones que se van a producir será el crecimiento de la bioeconomía, entendida como un modelo de industrialización de lo biológico. “Hoy –explicó- sabemos que la fotosíntesis no solo produce plantas que sirven como alimento sino también como energía, como vestimenta o como medicina”.

En ese sentido, consideró que la actual crisis de disponibilidad y precios de fertilizantes químicos, de cuya importación América Latina es fuertemente dependiente, ayudará también a hacer cambios positivos en ese rubro: “En la búsqueda ser más más eficientes en el uso de nutrientes, que significa encontrar el aporte óptimo para cada tipo de ambiente, vamos a tener una agricultura de más bioinsumos. En cinco o diez años nuestra producción estará basada en biofertilizantes y productos fitosanitarios biológicos. Eso será muy bueno”.

La necesidad de una alianza continental

Durante el diálogo, Manuel Otero dio detalles de su reciente participación en la Cumbre de las Américas, en la que llamó a conformar una alianza continental para enfrentar la creciente inseguridad alimentaria. “Hoy la seguridad alimentaria está al tope de la agenda mundial y varios países del continente están lanzando planes nacionales para contener la crisis, con medidas concretas para ayudar a los más vulnerables. En la Cumbre remarcamos que, en este escenario, debe haber financiamiento para productores y un refuerzo del diálogo público-privado para resolver la crisis de los fertilizantes, sabiendo que países como Argentina y Brasil importan la mayor parte de lo que utilizan”.

En ese sentido, Grobocopatel valoró el rol del IICA, al que definió como “una casa que uno siente como propia”.

“El IICA –apuntó- cumple un rol muy importante y puede liderar las agendas de integración regional y transformación como ningún otro organismo, por la legitimidad que tiene en el continente. Debe liderar el debate sobre el futuro de la agricultura y encauzar la discusión pública”.

En cuanto a las urgencias que plantea la actual coyuntura, el empresario afirmó que el propósito fundamental de los gobiernos debe ser proteger a las poblaciones más vulnerables: “Ante el aumento de precios de alimentos, la prioridad debe ser ayudar a quien no sabe si va a comer esta noche. Los estados deben actuar con subsidios y otros mecanismos de compensación. Esta es una crisis importante de oferta de granos. Usualmente hemos tenido crisis de oferta vinculadas con inclemencias climáticas, que se resuelven rápidamente, pero en este caso no sabemos en cuánto tiempo ni cómo va a terminar, aunque confío en que se va a resolver más rápido de lo que pensamos, si no cometemos errores que a veces retrasan las soluciones”.

Grobocopatel también se refirió al debate sobre cómo producir más alimentos que sean más saludables con la menor utilización posible de recursos naturales y advirtió que la agricultura no puede separarse de la cuestión ambiental.

“Lo ambiental está en el cuerpo y en el alma de la agricultura. No es posible resolver ninguno de los desafíos de la producción si este proceso no habla el mismo idioma del ambiente y si no incluye lo social”, enfatizó.

“Lo ambiental y lo social –añadió- son parte de cualquier discusión y son lo que va a hacer sustentable el proceso. América Latina, en términos ambientales, tiene mucho hecho. Por ejemplo, incorporó el ordenamiento territorial, para saber qué hacer y dónde hacerlo. Por supuesto, mi mirada tampoco es ingenua y sé que hay problemas como la deforestación y el manejo de residuos químicos. Y tenemos un problema grave, que es que mucha gente queda fuera del sistema. La transformación que viene solo será positiva si logramos hacerla con políticas públicas que incluyan y que eduquen”.

Otero consideró, en la misma línea, que deben existir políticas públicas destinadas a atraer a nuevas generaciones, para que vean que la nueva agricultura es un verdadero campo de oportunidades.

“El IICA –puntualizó- tiene en el centro de su agenda a la ciencia y a la tecnología, que ya están transformando la agricultura. Son las herramientas que van a romper las barreras que separan lo rural de lo urbano y atraer a los jóvenes”.

Groobocapel coincidió con el concepto cuando apuntó que los jóvenes se van a involucrar en la agricultura “en la medida en que el campo sea desafiante en lo laboral y en lo humano y ofrezca otra forma de vida. La tecnología y la digitalización están llamando a las nuevas generaciones a trabajar en el campo y por eso tiene que haber un cambio de mando en la gestión de lo agrícola”. → iica.int

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